¿Delincuentes?

El Transmilenio atestado se abre paso por la Caracas, esa calle de abandonada humanidad que desde siempre me enseñaron a temer. En la estación de la Calle 19 los pasajeros que entran me empujan hacia adelante con sus cuerpos, creando esa cercanía que ya es más habitual en los buses rojos que en la mayoría de relaciones humanas.

Gracias a este ámbito de intimidad, descubro que las dos personas que me empujan por detrás, son un hombre y una mujer que componen una pareja. Ella le pregunta a su amor sobre las cosas que trae en la mochila y él, con sorna, le responde que lleva el gas pimienta y un revólver.

Ella, manteniendo ese tono de Stand Up bogotano, a medio camino entre la sátira y la queja permanente, le responde que con el nuevo Código de Policía quedó prohibido el gas pimienta. «Pues a mí no me interesa – le replica el caballero ahora con seriedad – yo lo voy a seguir cargando».

«Se arriendan piezas a $5.000, $8.000 y $10.000» anuncia un cartel impreso con letras grandes, en la fachada de una casa gris, de puro polvorienta, que deja entrever un largo pasillo a través de una puerta lateral. «Ambiente familiar» se puede leer, como si fuera otra sátira bogotana. Pero ésta no lo es, en esas piezas viven familias enteras.

Toda norma tiene vacíos – continúa el hombre a mi espalda – en el código se prohíbe el gas pimienta, pero yo puedo argumentar que el mío es de otro tipo. Es más – agrega con la voz que tendrían los pavos reales si pudieran hablar  – existen gases de control de esfínteres… – ¿ah sí?, pregunta su compañera, interesada en la cola de plumas que acaba de extenderse frente a ella – sí, hacen que el delincuente se orine en los pantalones.

Desciendo en la estación de la Calle 26, sin lamentar demasiado perderme la lección de ¿defensa personal?, ¿justicia por mano propia?, ¿alevosa anulación de la dignidad? Ya en la calle dirijo mi mirada hacia los cerros, cuya visibilidad constituye un inmejorable indicador del clima, y gracias a una inusualmente despejada tarde bogotana me encuentro a lo lejos, por primera vez en vivo y en directo, el mural del beso del Bronx.

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