A veces la duda es sólo un trámite, un rodeo en el que ganamos tiempo para meditar las posibles técnicas para lanzarse al vacío, para romper todo, para intentar empezar.
Sólo un simulacro de la prudencia, una ilusión de la responsabilidad, un atenuante de la alevosía, una torpe forma de disimular el calor de la sangre que nos lleva inevitablemente hasta el final.