Es bello todo aquello que hemos aprendido a amar. Los brazos gordos que prometen envolver, un llorar sin aspavientos; la anarquía de un pelo desobligado, la obediencia de un pelo recién cortado; una risa con ganas, una sonrisa ensayada; el desafío de las pecas que no se ocultan, la timidez de las que sí; la determinación de unas manos toscas, la delicadeza de unas manos suaves; la ternura de un caricia torpe, la fortaleza de un gesto dulce; la arrogancia de un caminar, la sumisión que parece pedir permiso hasta para respirar. Es bello en un cuerpo todo lo que en un alma hemos aprendido a amar.
Foto gracias a: Hernán Piñera