Para pervivir

Tengo unas zapatillas convertidas apenas en un despojo, una mochila rota y remendada tantas veces que ya no puedo contar. Un par de cuadernos llenos con mis letras apretadas hasta la página final, una colección de lápices chiquitos que conservo con la punta afilada solo para recordar que los usé hasta que no dieron más.
 
Sí, sí, ya los voy a tirar.
 
Solo preciso encontrar un lugar lejos de los zapatos que abandoné al crecer, de la memoria agobiante de las oficinas a las que renuncié. De las medias divorciadas que huyeron del cajón, de las palabras que a la vuelta de algún verso simplemente descarté. Un lugar lejos de las viejas páginas que hice arder.
 
Donde puedan pervivir.
 
Pretendo que estén junto a los errores cometidos con alevosía, los saltos al vacío, el vértigo, el hueco en la panza, los ojos cerrados, el último segundo antes de saltar. Junto a la parte de esta historia que no es una página en blanco, a la mitad sobrante del boleto de esta función, a la nostalgia que no quita lo bailado, junto a las ganas nuevas de bailar.
 
Junto a mí.

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