Dale despacio, pero dale, vida. Que a esta cobardía ya no se le olvida lo turbulenta que puede ser la felicidad.
Dale despacio, pero dale. No me avises la hora de entrada ni de salida, que a veces si adivino que viene la dicha, es posible que quiera sin remedio, escapar.
Dale sin anuncios, no me agarres prevenida. Encontrame por sorpresa en una calle sin salida, no me avises si viene la tormenta o el vendaval.
Quiero todo, vida. Te quiero a vos, tu llegada y tu despedida, tu turbulencia y tu llovizna tranquila, pero ya olvidé cómo verte a los ojos sin pestañear.
Esperame con la daga y la caricia en la misma esquina, clavame sin aviso el puñal y la dicha, mostrame en la misma carta la muerte y la vida que a esta altura ya le temo a las dos por igual.